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Tomodachi Life

Setenta y dos horas con Tomodachi Life.

Tomodachi Life - Impresiones - Avances

Tomodachi, Tomodachi, Tomodachi… Es curioso que esta “frase” sea la que resuma perfectamente lo que es Tomodachi Life. El viernes pasado intenté explicaros un poco cómo es el juego, qué enfoque tiene y cómo se juega, más o menos. Para hoy tengo preparado un texto muy diferente, unas impresiones después de haber manoseado durante estos días el juego en mi casa, explorado muchas de sus opciones y empezado a averiguar de verdad qué significaba todo lo que os dije la semana pasada.

Y es que Tomodachi Life no necesita libro de instrucciones, necesita ser asimilado mediante el paso del tiempo. Hay que interiorizarlo, aceptarlo como es, y seguir adelante. Ni siquiera hay que intentar comprenderlo, porque ahí ya puedes pegarte un tiro ante la cantidad de frikadas que acontecen en ese juego por minuto vivido. Han sido unos días de lo más estrambótico, viendo como los Miis que había creado en la isla cobraban vida y empezaban a liarla parda. Les he dado de comer, vestido, dado un hogar y, a cambio, ellos me han recompensado con un culebrón de sobremesa.

Porque, a fin de cuentas, eso es lo que he descubierto que es Tomodachi Life. Un Simulador de Culebrones en el que decidimos lo que queremos que hagan los personajes, afectando a sus amistades, amoríos y aficiones, para al final satisfacer a la “vieja del visillo” que llevamos dentro y enterarnos de toda su vida. Incluso cuando sabemos que una relación de pareja no va a salir bien, empujamos al Mii a esa dirección para ver cómo se estrella, ser testigos de cómo su declaración de amor se convierte en un espectáculo patético, en un triste rechazo que acaba con el personaje en cuestión tirado en un rincón de su casa con una nubecilla en la cabeza. Es lo que le pasó a Chuck Norris cuando le pidió salir a mi novia.

Y sí, digo Chuck Norris porque él es uno de los escogidos para formar parte de mi bloque de edificios. Por supuesto que estamos yo y mi novia, y su hermano, y Miyamoto e Iwata, que no les podía dejar fuera. También están Drizz Do´Urden, Lolth (y no se llevan demasiado bien), Spock, Uhura y Kirk, al que odio más que nunca. También tengo la diosa Dana, a Jeremy Irons, a Guerrero Luna, a Ewan McGregor y a la Princesa Zelda. Eso para empezar, para ir pilándole el tranquillo.

El caso es que hasta ahora tengo a Spock dando vueltas por la playa buscando tesoros con su detector de metales, Kirk está volando cometas con mi novia, ya que están saliendo juntos mientras yo me quedo en casa jugando a la Wii U con Miyamoto y Drizz Do´Urden, que se ha destapado como mi mejor amigo del mundo mundial. Iwata sueña que es un caracol y Ewan McGregor que da vueltas a una mesa persiguiendo un plato de tacos atado a su espalda. Ayer, Chuck Norris estaba haciendo vestiditos con su máquina de coser en su habitación de hamburguesas y patatas fritas. Demolition Man en esado puro.

La teniente Uhura está saliendo con el Sr. Spock, sin ningún tipo de mediación de J. J. Abrams. Estoy deseando que se casen y que tengan a su primer niño. La otra pareja estrella de la casa es la de Chuck Norris y la Princesa Zelda. Por cierto, que en el juego de rol Tomodachi Quest, el ataque especial de Chuck Norris eran las patadas: impagable. Jeremy Irons es un solitario, que toca la guitarra y también vuela cometas. Guerrero Luna gusta de irse al tiovivo a montar en un caballito blanco.

Tengo un grupo de Heavy Metal llamado “El Fuego de Din”. Nuestra canción estrella es “La Ira de Ganondorf”. Mi novia (bueno, la de Kirk) toca la guitarra, Miyamoto el bajo e Iwata la batería. La última integrante, Lolth (la diosa de los elfos drow, para los que no estén puestos en Reinos Olvidados) todavía está buscando qué hacer. Es divertido componer canciones, porque tú eliges las palabras y el sintentizador hace que el Mii en cuestión las pronuncie perfectamente. Un extraordinario trabajo de localización, como viene a ser costumbre en Nintendo.

Y por lo demás, qué queréis que os diga. Vi un duelo de rapeo entre Spock y Jeremy Irons, hice castillos de arena con Miyamoto en la playa, Uhura y Zelda se pelearon, fui testigo del desarrollo del Mii Phone, todas las chicas de la isla me odian y todos los hombres de la isla quieren a mi novia. Como en la vida real, vaya. ¿Qué todavía no os habéis enterado de nada? No os preocupéis, yo tampoco. Pues eso: Tomodachi, Tomodachi, Tomodachi….