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The Swapper

Permiso para permutar: Concedido.

The Swapper - Análisis

Facepalm Games y Curve Studios nos traen una de las propuestas jugables basadas en los puzles más interesantes de todo el catálogo indie de Wii U. Tarde pero cargado de premios, llega The Swapper a nuestras consolas.

 

No estás solo…

El comienzo de The Swapper es sumamente desconcertante, allí estás tú, un astronauta en mitad de un complejo espacial llamado Theseus situado en el  planeta Chori V sin nada más que tu traje y completamente solo, o eso crees, pues aquí nada es lo que parece, nada, ni nadie, ¿o sí? 

Comenzamos esta aventura plagada de puzles avanzando en 2D por la Theseus. Al principio no sabemos por qué estamos allí ni quiénes somos, simplemente seguimos hacia delante buscando algo, a un compañero, una puerta, un arma… lo que sea. No tardaremos en encontrar el aparato que da nombre al juego, el swapper, que traducido a nuestro idioma sería algo así como el permutador. Ahora ya os hacéis una idea de por dónde irán los tiros. 

El desarrollo es muy similar al de otros grandes títulos de avance lateral, léanse Metroid o Castlevania, en los cuales, como en este, volveremos a recorrer las mismas estancias una vez vayamos desbloqueando puertas. En eso consiste el juego, grosso modo, en conseguir orbes que desbloqueen puertas, pues con el arma que empezamos es con el arma que acabamos (arma o artilugio, como queráis llamarlo), y con el protagonista que empecemos será con el protagonista que acabemos… tal vez. 

Aquí es donde empieza a despuntar The Swapper. Su mecánica consiste en crear clones con el transmutador, hasta 4 (lo que haría 5 individuos en total), los cuales copiarán a su vez todos nuestros movimientos para así poder, por ejemplo, pulsar 2 interruptores a la vez y que se abra una puerta; fácil, ¿no? En absoluto, todo en este juego va más allá, todo, desde la mecánica hasta la historia, incluso las consideraciones filosóficas que pueda llegar a hacer. De hecho, seremos nosotros mismos los que nos hagamos ciertas preguntas llegado el caso, y es que el swapper no solo clona, sino que también transmuta nuestra alma a uno de los clones, por lo que no sabremos si realmente somos siempre la misma persona, un muñeco vacío, la mezcla de todos o qué. Por si esto no bastara para complicar las cosas, el rayo de luz que clona y transmuta nuestro cuerpo y mente no es capaz de atravesar ciertas luces, por lo que, según avancemos, los puzles se irán complicando más y más. Así es imposible clonar en las luces azules, transmutar nuestra alma en las luces rojas, o hacer ambas acciones en las luces moradas.

 

El ingenio como mejor arma

Ya que el transmutador no es ningún arma, deberemos contar con alguna para hacer frente a todas las situaciones a las que nos vayamos a enfrentar, y aquí es donde entra en juego nuestro ingenio. 

Los puzles están sumamente bien pensados, y la curva de dificultad muy bien trazada, tanto es así que, cuando ya nos creamos unos auténticos jefes en el arte de transmutar llegará un puzle que nos bajará al suelo de golpe y nos hará sudar durante más rato del que nos gustaría reconocer. Primero serán sencillos puzles, clonamos aquí, transmutamos allí, nos movemos para acá y listo, pero luego tendremos que empezar a darle y bien a la sesera.

El límite de 4 clones más uno mismo es una de las mayores trabas a considerar. Podemos vernos en la tesitura de necesitar más clones sí o sí, pero claro, si nos movemos del sitio todos nuestros clones se moverán con nosotros y dejaremos de pisar algún interruptor, o caerán de alguna plataforma… El truco está precisamente en eso muchas veces, en hacerles caer. Literalmente los matamos, tenemos que verlos como cáscaras vacías que podemos usar a nuestro antojo. Dejarnos caer desde una altura lo suficientemente elevada, transmutar nuestra mente a otro clon en mitad de la caída (aprovechando que cuando clonamos todo pasa a verse a cámara lenta) y dejar que el primero se espachurre contra el suelo con un macabro sonido, será una forma más de volver a poder crear un clon donde nos plazca. Otra forma es hacer que atraviesen unos potentes focos de luz blanca, si los atravesamos nosotros, el contador de clones directamente vuelve a cero, teniendo otra vez 4 de estos a nuestra disposición. Suena cruel pero hay que hacerlo, lo primordial es la supervivencia, son ellos o yo, pero ellos son como yo… Ya empezamos otra vez. 

Por supuesto todo esto se adereza con cambios en la gravedad, distintas luces en cada zona, saltos milimétricos y alguna que otra interjección derivada de la frustración al enfrentarnos a alguno de los últimos desafíos. 

Historia sci-fi

La historia, sumamente condensada pues el juego dura unas 4 horas y media siendo generosos, nos recordará a las mejores películas y videojuegos de ciencia ficción. Si tuviéramos que compararlo con algo podríamos decir que nos recuerda a películas como Moon o a juegos como Dead Space (salvando las distancias), lo cual es todo un honor, pues son dos grandes obras en su género. 

The Swapper, sin entrar en detalles, hace que nos preguntemos si somos quienes creemos ser realmente, hace que queramos sobrevivir, que queramos conocer más sobre esas extrañas piedras que encontramos esparcidas por el complejo a las cuales han dado a bien llamar custodios y de las cuales parecen emanar pensamientos que hablan sobre la mente, la cadena… Como veis, todo es muy metafísico, pero entendible y entretenido, todo un logro. 

Recorriendo la Theseus

Una de las cosas que más nos llamará la atención nada más empezar a jugar será lo bonito que es el juego. No es que sea bonito al uso pero tiene una identidad propia; es un ambiente oscuro, casi tétrico pero mágico, lúgubre pero hermoso, y todo esto se ha conseguido digitalizando escenarios y personajes creados con arcilla. Animación tradicional para los puzles del siglo XXI. 

En nuestro recorrido por la Theseus y sus inmediaciones, encontraremos, las más de las veces, salas donde el negro es el predominante, pero donde haremos buen uso, tanto visual como jugablemente, de la luz, pero también veremos otros ambientes, como una especie de jardín botánico espacial, donde el verde se funde con el negro, así como diferentes tonos de naranjas, violetas, etc. Por desgracia estas habitaciones son sumamente escasas, y, aunque es cierto que cada pasillo y cada cámara es bien reconocible, será por la disposición de sus obstáculos más que por lo diferente de su entorno. 

Por otra parte, una experiencia así de sobresaliente nunca podría ser tal sin una banda sonora a la altura. Aquí acompaña perfectamente a la acción, agobiándonos, esperanzándonos al resolver un puzle o recordándonos, muchas veces, que estamos solos en esto.

Transmutando en Wii U

Son varios los puntos a resaltar de esta versión de The Swapper para nuestra sobremesa de Nintendo. El primero es que llega con año y medio de retraso con respecto a la versión primigenia, la de PC. Lo importante es que ha llegado, cierto, y además lo ha hecho traducido al castellano, todo menos las voces, pero es un detalle ver hasta los letreros de dentro del juego en la lengua de Cervantes. 

El segundo punto que debemos poner sobre la mesa es el de su relación calidad/precio. El juego sale a la venta por 14,99 euros, y su duración no pasa de las 5 horas como mucho, eso habiéndonos atascado en algún que otro puzle. Por si esto fuera poco, su rejugabilidad es bastante baja y su postgame es nulo directamente. No hay nada más allá de la historia principal, si acaso volver a jugarlo entero para ver sus distintos finales. 

Otra de las características exclusivas es el uso que se hace del mando. Normalmente sirve como mapa en tiempo real, el cual podremos inspeccionar palmo a palmo arrastrando el dedo por la pantalla, también servirá para leer los diferentes mensajes dejados por la desparecida tripulación mientras seguimos jugando y, cómo no, bastará con pulsar menos (-) para activar el modo Off-TV, pero si jugamos solo desde el mando, no nos quedará más remedio que pulsar el juego cada vez que queramos inspeccionar el mapa, y haremos un uso frecuente de él. 

Lo que está claro es que es una experiencia multisensorial: por un lado nos entrará por la vista, por otro nos hará pensar (y mucho), nos sorprenderá con su jugabilidad y nos atrapará por su historia.

En vuestras manos queda el decidir si queréis transmutar vuestra mente a uno de los mejores indies que hemos visto en mucho tiempo, tanto por su jugabilidad como por su historia, o si dejáis pasar esta perita (perita de pequeña, dos bocados) en dulce.